viernes, 6 de enero de 2012

No le asustan las balas, ni el ladrar de la jauría

Hoy no asistí al colegio, hoy cumpliré con mi derecho de manifestar mi opinión, pues ya estoy cansado de ver como nuestra sociedad va destruyéndose poco a poco. Como el dolor llega cada día a la casa de las familias de los secuestrados y de los guerrilleros, pues en ninguno de los dos casos se sabe el día del reencuentro…es más ni siquiera se sabe si habrá reencuentro.

Hoy marcho en contra de la guerra, hoy marcho en contra del secuestro, en contra de toda la violencia que ha llegado a nuestro territorio y que por una u otra razón no quiere salir. Ya ni siquiera tiene un fondo idealista, no se habla del marxismo ni del leninismo, ideas que proclama la constitución cubana, país que incitó a la creación de estas guerrillas. Hoy no se habla de tomar el poder, pues ni siquiera si se hablara de ello llegaría a ser realidad, o por lo menos no en estos días. Y no, hoy no espero que los guerrilleros se conmuevan y se desmovilicen (algo que a lo mejor no va a pasar) porque muchos de los que están en la selva no escogen estar allá: son un número más, son personas que están obligadas a maltratar a cambio de un poco más de comida, son personas que por falta de oportunidades, toman la vía armada como opción de vida.

En días como hoy es donde realmente se hace la diferencia, pues se ve cómo los colombianos salen a la marcha como ciudadanos que desaprueban la violencia, independientemente de los cargos que ocupen dentro de la sociedad. Esto causa un gran impacto en la selva. Marchas de esta magnitud llevan dos mensajes: uno de apoyo a todos los cautivos en la selva y otro que condena la acción de estos desadaptados de la ley.

Hoy espero que marchemos en símbolo de apoyo a las familias que sufren en las manos de los guerrilleros que se encuentran en los escritorios, que sufren a causa de una guerra que no tiene sentido alguno, pues todos sabemos que la guerra que se vive en nuestra comunidad es simplemente una guerra de orgullos y supervivencia, pues los guerrilleros están debilitados pero no tienen intenciones de ceder, y no cederán porque el orgullo no se los permites, y además  porque salir de esa lucha les puede costar la vida.

Por esto se dice que las marchas nunca son efectivas. Lo son, y hoy marcho además para que el grito que se dé en la ciudad llegue a los secuestrados y les dé un apoyo, les dé un pequeño respiro y por lo menos sientan que hay un país deseándoles una feliz navidad, que hay un país diciéndoles que no están solos, hay un país mostrándose solidario y consciente del conflicto armado que miles de personas afrontan cada día.

Por último, hoy marcho porque no me parece correcto que los integrantes de estos grupos ilegales se hagan llamar el ejército del pueblo, pues por lo menos yo, que hago parte del pueblo, que hago parte de esta sociedad, me niego a que se hagan llamar mi ejército, me niego pues mi ejército no es un grupo narcotraficante, no es una banda de secuestradores y mucho menos un grupo violento que arremete sin piedad contra el pueblo. Salir hoy a marchar no quiere decir que esté a favor de muchas faltas que se cometen a diario en la imperfecta democracia en la que vivimos, no estoy a favor de los falsos positivos, no estoy a favor de los malos sistemas de educación que ofrece el Estado, no estoy a favor de la falta de oportunidades que se vive en el país. Estoy a favor de una marcha pacífica que les demuestre a todos los malhechores que no logran convivir en nuestra sociedad, que no estamos con ellos, que no los apoyamos, que no simpatizamos de ninguna manera con ellos.